El siglo XVII es una etapa de crisis tanto a nivel político como a nivel social. Su vocación literaria y sus frecuentes polémicas con Lope de Vega y Francisco de Quevedo, entre otros, hicieron de Góngora una de las figuras literarias más destacadas del barroco español. Góngora acentuó hasta un extremo la tendencia renacentista a un lenguaje culto e introducción de nuevas palabras del latín. Su poesía, especialmente de los años maduros, se caracteriza por una concentración de recursos —metáforas, hipérboles, metonimias, perífrasis, dificultades sintácticas de hipérbaton, referencias a la mitología greco-latina—, que dentro de la historia de la literatura se conoce con el nombre de culteranismo o gongorismo.
La fama de Quevedo en el campo literario se debe principalmente a su poesía. Es también su producción más constante y la que hizo de Quevedo un mito en su propia vida. Muchos de sus poemas, sobre todo los festivos y satíricos circularon libremente en forma manuscrita. Sólo después de su muerte, en 1648, se recogió parte de su poesía en un libro, El Parnaso español. La obra de Quevedo refleja la complejidad de su propia personalidad, sus lecturas y su visión de la realidad española de su tiempo. Su estilo es barroco, pero un barroco en el que sin sacrificar la forma, predomina la agudeza del concepto.
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